Lic. Mauro Burraco(*)
Durante los últimos días, las dos figuras políticas más importantes del país, han puesto en discusión dos conceptos políticos que parecerían entrar en contradicción, pero que no son excluyentes el uno del otro.
La discusión política a la que me refiero es a la que gira en torno a si la conducción del país debe primar “lo popular” o “lo democrático”. Esta es una forma interesante de abordar el análisis político que realizan los Kirchner.
Lo “nacional” implica un conjunto de características comunes (costumbres, tradiciones, religión, etc.) de un grupo humano determinado.
Cuando mencionamos lo “democrático”, estamos hablando del alcance universal a todos los individuos de ese grupo nacional. De hecho el presidente es elegido por una parte de la población (la mayoría) pero en el mismo momento que resulta electo pasa a representar a todos, inclusive a aquellos que no lo votaron.
El tercer concepto que debe tenerse en cuenta en este análisis es lo “popular”. Cuando nos referimos a “lo pupular” lo estamos contraponiendo a “lo elitista”. La parte “popular” está representada por los sectores más relegados y desposeídos, vulnerables y humildes de la sociedad de un país.
Desde los indios y negros en la época colonial, pasando por los gauchos del siglo XIX y los inmigrantes europeos de fines de ese siglo; forman parte de la fibra medular de la clase popular la Argentina. Obviamente que la historia del sector popular no estaría completa si no mencionara a la “chusma” radical y al “aluvión zoológico” peronista – ya con una impronta nacional – como las dos manifestaciones más puras del fenómeno popular que se dio en el siglo XX.
La discusión política a la que me refiero es a la que gira en torno a si la conducción del país debe primar “lo popular” o “lo democrático”. Esta es una forma interesante de abordar el análisis político que realizan los Kirchner.
Lo “nacional” implica un conjunto de características comunes (costumbres, tradiciones, religión, etc.) de un grupo humano determinado.
Cuando mencionamos lo “democrático”, estamos hablando del alcance universal a todos los individuos de ese grupo nacional. De hecho el presidente es elegido por una parte de la población (la mayoría) pero en el mismo momento que resulta electo pasa a representar a todos, inclusive a aquellos que no lo votaron.
El tercer concepto que debe tenerse en cuenta en este análisis es lo “popular”. Cuando nos referimos a “lo pupular” lo estamos contraponiendo a “lo elitista”. La parte “popular” está representada por los sectores más relegados y desposeídos, vulnerables y humildes de la sociedad de un país.
Desde los indios y negros en la época colonial, pasando por los gauchos del siglo XIX y los inmigrantes europeos de fines de ese siglo; forman parte de la fibra medular de la clase popular la Argentina. Obviamente que la historia del sector popular no estaría completa si no mencionara a la “chusma” radical y al “aluvión zoológico” peronista – ya con una impronta nacional – como las dos manifestaciones más puras del fenómeno popular que se dio en el siglo XX.
Tan importantes son estas dos manifestaciones populares del siglo XX, que tubieron el poder de cambiar el lenguaje y poder imponerles sus propios significados a los símbolos impuestos por la elite. El radicalismo valorizó el concepto de "chusma" y el peronismo trasformó en su estandarte el adjetivo "descamisado" para utilizarlo desde 1945 para hablar del "pueblo".
Ahora que hemos identificado estos tres conceptos, ¿existe una configuración para que la presidenta y el ex-presidente “choquen” en la conformación del movimiento nacional y democrático o popular?.
La conformación de esa nueva dicotomía nos pone frente a la nueva realidad de la discusión política que supera el enfrentamiento “amigo - enemigo” y da el paso superador que busca la inclusión del movimiento “nacional y popular” como instancia trasformadora del poder. Al mismo tiempo pone al gobierno “nacional y democrático” en busqueda de la inclusión de todos los sectores a la vida política nacional.
Por ello hay que pensar que cuando el movimiento nacional y popular fue gobierno en los casos de Yrigoyen y Perón, por más que se hicieron grandes intentos por incluir a los sectores minoritarios, estos siempre se resistieron a dejar de lado sus privilegios.
Ahora que hemos identificado estos tres conceptos, ¿existe una configuración para que la presidenta y el ex-presidente “choquen” en la conformación del movimiento nacional y democrático o popular?.
La conformación de esa nueva dicotomía nos pone frente a la nueva realidad de la discusión política que supera el enfrentamiento “amigo - enemigo” y da el paso superador que busca la inclusión del movimiento “nacional y popular” como instancia trasformadora del poder. Al mismo tiempo pone al gobierno “nacional y democrático” en busqueda de la inclusión de todos los sectores a la vida política nacional.
Por ello hay que pensar que cuando el movimiento nacional y popular fue gobierno en los casos de Yrigoyen y Perón, por más que se hicieron grandes intentos por incluir a los sectores minoritarios, estos siempre se resistieron a dejar de lado sus privilegios.
Pero cuando los movimientos anti-nacionales y anti- populares (Uriburu, la “Libertadora”, “la revolución Argentina” y el más terrible “Proceso de Reorganización Nacional”) desplazaron del poder al pueblo, fueron nefastos para el conjunto de la sociedad.
Los dos movimientos populares (radicalismo y peronismo) sufrieron de “infiltraciones ideológicas” que pervirtieron sus ideales de participación política y justicia social.
Por eso es importante que las nuevas generaciones sean concientes de que estas discusiones deben darse al interior de los partidos para poder lograr que el movimiento nacional y popular, sea el apoyo ideológico del movimiento superior que debe ser nacional y democrático.
Los dos movimientos populares (radicalismo y peronismo) sufrieron de “infiltraciones ideológicas” que pervirtieron sus ideales de participación política y justicia social.
Por eso es importante que las nuevas generaciones sean concientes de que estas discusiones deben darse al interior de los partidos para poder lograr que el movimiento nacional y popular, sea el apoyo ideológico del movimiento superior que debe ser nacional y democrático.
(*) El autor es Lic. en Ciencia Política de la UBA.
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