lunes, 18 de abril de 2011

Viejos!... son los trapos

Uno que recien está del lado del inicio de la "carrera" laboral (la "vida económicamente activa") a veces no es consciente de lo que significan 30 años de aportes. De hecho todavía no tengo 30 años!.
Pero muchos argentinos y argentinas que han nacido hace 60 años (allá por la década del '50) han tenido que sufrir los desmanejos de los gobiernos que desde 1955 han hecho con los fondos de los jubilados.
No hay que ser un historiador previsional, pero solo hay que recordar que los jubilados siempre eran los que pagaban los platos rotos.
Vuelve a mi mente las marchas de los '90 en las que Norma Pla hacía choriceadas en la puerta de la casa de Cavallo pidiendo los "$450" de jubilación mínima. Después, durante el gobierno radical de 1999 a 2001, Machinea le rebajó un 13% a los jubilados para poder cumplir con el ajuste que pedía el FMI.
Fueron años que los jubilados no podrán olvidar!. Y finalmente, Cavallo les confiscó los depósitos bancarios a todos (incluidos los jubilados) y los viejos que tenían que sacar la plata para operarse se morían sin poder usar su plata.
Desde 2003 viene dándose solución a ese oprobio que fue el destrato del Estado con los jubilados. Más allá de los anuncios anunciados por decreto se sancionó por ley los dos aumentos anuales y se financian con los fondos renacionalizados del ANSES.
Una política que es un éxito total.
Se inició una moratoria que permitió jubilarse a más de dos millones de personas y ahora se está por ampliar para que quienes ya tienen la edad para jubilarse puedan iniciar el trámite y disfrutar del beneficio de la seguridad social.
La memoria sirve para poder saber de donde venimos, y el "de donde venimos" es de acá!.

1 comentario:

Malón dijo...

Mis mayores solían decirme: “El dinero de los jubilados es un gran negocio para los administradores del Estado”.

Recuerdo ayer no más, en el ´61, tal vez en el ´62 al anciano vecino en Corrales, que se lo veía tan desmejorado, parecía otro, más pálido, más débil, más decrépito, soñando ser compensado con el 82% vital y móvil.

Antes, posible de costear. Hoy impagable.

Pero las dificultades para ellos, han de ser siempre mayores.

Ciertamente, su futuro depende de la decisión de un puñado de señores –funcionarios-, de traje negro, sentados alrededor de una mesa de reuniones.

Siempre plantean dos alternativas: la molestia o el geriátrico.

Aunque duela admitirlo, la clase pasiva en Argentina, es una dificultad para los gobiernos de turno.

Parece el gato maula jugar con el mísero ratón.

Pienso que a más de un retirado, le gustaría entrar en la sala, donde se encuentran los señores, levantar la mesa en vilo y con todas sus fuerzas tirarla sobre el grupo de esa banda de desalmados.

Y todavía guardo en la manga otro regalo:

Un hombre es viejo; cuando se hace invisible a las mujeres, independientemente de su edad.

Yo, clase 1951, por múltiples motivos parezco una marquesina de Broadway, Manhattan, NY.

Malón