domingo, 2 de marzo de 2014

Crónica desde China I

Aunque ya hace más de un mes que fui a la China por cuestiones laborales, no quería dejar de contarles algunas cosas interesantes que pude ver en aquel milenario país.
La República Popular de China es un país que maneja y se mueve en una escala y un "nivel" que nosotros no alcanzamos a dimensionar. Tanto para "lo bueno" como para "lo malo".
Evidentemente a lo largo de su historia (que es muy larga, desde ya) han limitado la importancia de la acción individual y han hecho primar el bienestar colectivo.
Eso se ha visto reflejado en obras faraónicas (o imperiales) como los canales, los caminos o la Gran Fortaleza. Millones de hombres y mujeres murieron para construir esas grandes obras de infraestructura que buscaba y logró - en mayor parte - generar saltos cualitativos en la vida de la China.
Después del establecimiento de la República Popular volvieron a magnificar esa visión que les permite tener índices de crecimiento estrafalarios y, en los últimos años, están en un proceso de salto cualitativo que los transformó en una potencia económico financiero a nivel mundial.
A diferencia de los países "desarrollados" de Occidente, en China existe una visión diferente de los derechos sociales y económicos de la población.
Esto se manifiesta en otra realidad que tanto la mano de obra ocupada como la inactiva (los mayores) representan costos bajísimos para la economía general.
Esto le permite a toda la economía poder bajar costos de una forma que la convierte en "altamente competitiva" frente a mercados similares pero extremadamente superior por la escala que se maneja en el país.
Esto está acompañado por un alto "disciplinamiento" de la sociedad y sus trabajadores que no ven esta situación como "una opresión" sino como "un beneficio" que les garantiza el crecimiento colectivo.
Sobre los volúmenes y escalas de la economía no hay más que pararse el cualquier esquina de las megalópolis construidas como Beijing o Shanghái para darse cuenta que cualquier cosa debe ser multiplicada por varios ceros para saber de que se está hablando. Desde la ropa, la comida, la energía el transporte o las viviendas, para nombrar sólo algunas variables.
De echo, los chinos comen cosas que nosotros ni en nuestras peores pesadillas comeríamos y además comen mucho. Por eso, cuando desde aquí se habla de venderles carnes o productos agroindustriales no se termina de ser realmente conscientes que las necesidades chinas no pasan por la comida sino por los factores que a ellos les permitirán conformar los carbohidratos para su dieta. Para tenerlo claro, los chinos no comen pan y no comen carne (como nosotros lo hacemos). Por lo tanto, la carne o la harina que se le puede vender es solo un insumo industrial para manufacturar sus propios alimentos. Además, a ellos no les gusta nuestra carne y tampoco les gusta comer con harinas ni lácteos. Así que imagínense que el discurso de la Sociedad Rural llevado al extremo implicaría una sojización absoluta del país que NO DEBE SER PERMITIDA bajo ningún punto de vista.
Las pautas culturales de los chinos son totalmente diferentes a nosotros; por lo tanto es muy interesante ver que ellos accionan como si fueran el centro del mundo y no les interesa lo que se piensa de ellos. "Nosotros estábamos acá y vamos a seguir estando" responden cuando se les pregunta.



 
 (Fotos: Cocinero en Beijing, Smog sobre la capital China, Imagen de la Gran Muralla, Noche sobre Shanghai)

1 comentario:

Tilo, 72 años dijo...

Si los chinos obran "como si fueran el centro del mundo y no les interesa lo que se piensa de ellos.", no hacen más que repetir las conductas de cuanto imperio gastó suelas sobre nuestro planeta.
EEUU, sin ir más lejos, ejemplo actual y totalmente a mano, ha demostrado a lo largo de un siglo que creen "que son el centro del mundo".
Lo que causa inquietud es pensar que a medida que se incremente el poderío chino desde el punto de vista económico, financiero, científico y militar, considerando que representan el 20% de la población mundial y no el 4,50% como EEUU, de seguir manteniendo ese criterio de ombligo, la vida del planeta se va a tornar cada vez más difícil.

Saludos