martes, 17 de agosto de 2010

Abriendo los archivos (VIII): los radicales gobernando (1999-2003)

La demonización de una figura política por parte del radicalismo y de los medios adictos, les permitía generar chivos expiatorios para los fracasos políticos, económicos y sociales que el gobierno de Fernando De la Rua ya podía mostrar.
Hugo Moyano era por aquel entonces el "enemigo público Nº 1" del gobierno y principalmente apuntado por los medios. El líder de la CGT "disidente" afirmaba que el gobierno "carecía de autoridad" para limitar a las empresas y fustigaba al presidente diciendo que "al país no se lo levantaba con la siesta y el letargo". El líder sindical enfatizaba sobre la situación enconómica que "los productores no pueden levantar sus cosechas y las economías regionales están destruidas".
En el interior seguían los conflictos. A los piquetes en Córdoba que pedían comida o los de Salta y Jujuy por planes sociales y aumento de sueldos, se sumaban incidentes en Chaco, que impedían la llegada del presidente para lanzar el plan Jefes de Hogar en esa provincia.
También fue muy importante la protesta de los yerbateros en Misiones porque su producción no valía nada, ni siquiera para cosecharla. La industria cárnica santafesina estaba totalmente desmantelada con más de 2000 obreros en la calle.
En la Capital, los empleados del Correo Argentino estaban sin cobrar, porque la empresa privatizada a favor de Franco Macri tenía un desmanejo financiero tremendo.
Otro dato económico que daba escalofríos era que la venta de automoteres cayó un 53% durante ese año. Por lo tanto, había menos producción, menos trabajo, menos consumo y por eso las entidades industriales pedían medidas concretas.
La respuesta del gobierno a esas creciente conflictividad social fue la ampliación de los poderes de la policía y la donación de $3.100 del sueldo presidencial a una monja cordobesa que alimentaba a 1.300 chicos en la provincia del presidente.
Cavallo - el principal protagonista de esa época - frente a los empresarios no se cansaba de decir que "tenemos gobierno, tenemos poder y estamos aportando soluciones para los argentinos".
Lopez Murphy, que había sido echado por De la Rua para poner a Cavallo seguía insistiendo que "el ajuste de la economía debía ser mayor".
También, en aquella época, se cumplía siete años de la privatización de Obras Sanitarias. Por aquel entonces se hablaba de "US$ 1600 millones invertidos en expansión de redes (durante 7 años) y rehabilitación de las ya existentes". La administración de la empresa era dificitaria y generaba un déficit de 50 millones de dólares anuales. Para el año 2003 se preveía "una inversión de $ 1106 millones, para ampliar el servicio de agua y cloacas a 1.500.000 personas más". Todo esto quedó paralizado cuando estalló la crisis.
Políticamente se producía una fuerte novedad. Duhalde anunciaba que estaba "cansado" y renunciaba a su candidatura presidencial para 2003. Los nombres que el - por aquel entonces "hombre fuerte" de la provincia mencionaba para el cargo eran Kirchner, Ruckauf, De la Sota y Reutemann. Para justificar la presencia de un desconocido gobernador patagónico, Duhalde afirmó (!) "no lo puse yo, se puso él. Ya lanzó su campaña, es un hombre capaz, es gobernador de la provincia que está en mejores condiciones económicas y financieras y no hay por qué descartarlo".

(La UIA y el Senador Duhalde pedían al gobierno "medidas para reactivar el consumo")

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen panorama de archivo y un hallazgo la frase de Duhalde "no lo puse yo", de donede sale? saludos
fernando

Malón dijo...

La realidad fue, es y será siempre palpitante.

Por lo tanto, en esta jerarquizada tribuna, por dignidad y prudencia, prefiero no hacer nombres.

Pero, han aparecidos personajes de la mitología política nacional, que tienen más renombre que mérito, un poco trasnochados, ya que a su debido tiempo el pueblo argentino, con el que se vayan todos, los echaron por la ventana.

También se los denominan figurones.

Pero que hoy en día, como abanderados y promotores de la imagen, han resuelto volver por la puerta principal y se han convertido en paradigma de los pobladores.

Con pasión inédita y poco antes de darse a la fuga, don Fernando De la Rua y el Mingo Cavallo, reiteraron que las acusaciones de ineptitud eran inciertas e infundadas.

Recalcando, en más de una ocasión, que en muchas partes se malinterpretó la posición de su gobierno.

Agradeciendo, además, las relevantes pruebas de confianza con que el pueblo los honrara.

Según ellos, hasta el negro porvenir era color de rosa.

Nuestros dirigentes les hicieron notar al pueblo argentino, que sólo faltaba Mefisto.

Malón