Las palabras de Sadous derrumban todas las operaciones mediáticas (de Tiempo Argentino)
Operaciones cruzadas, campañas de prensa, espionaje comercial, supuestos negocios turbios entre dos países latinoamericanos, un grupo de diputados argentinos que se juramentan silencio, un ex embajador –Eduardo Sadous– con ansias de protagonizar una novela de Graham Greene, cables internacionales secretos entre embajadas, ironías entre legisladores, chicanas, 90 millones de dólares perdidos y encontrados y minucias sobre cómo funciona el comercio internacional, forman parte de este globo de ensayo mediático que necesitaría de un nuevo Osvaldo Soriano para relatar con pericia las delicias de este caso que bien podría llamarse “Nuestro hombre en Caracas”.
Tiempo Argentino pudo acceder en exclusiva a la versión taquigráfica de la exposición que el 23 de junio realizó Sadous ante la Comisión de Relaciones Exteriores y Culto de la Cámara de Diputados, una muestra del despropósito mediático y al mismo tiempo una excelente oportunidad para fisgonear en la realpolitik internacional.
Según consta en el documento que los diputados no quieren dar a conocer, Sadous se asemeja al célebre personaje de Greene –Jim Wormold– que había logrado tener en vilo a la diplomacia británica haciéndole creer que tenía los mapas de una planta nuclear en la Cuba del dictador Fulgencio Batista.
A la postre, esos planos no eran otra cosa que el dibujo de un aspiradora. Algo similar ocurrió con las declaraciones del ex embajador en Venezuela. Mientras Clarín el 24 de junio había titulado “Sadous apuntó directo a Kirchner y a De Vido”, la verdad es que ese título no refleja lo que Sadous dijo, sino lo que le hubiese gustado a Clarín que dijera.
Respecto del ex presidente Néstor Kirchner, Sadous dice:
“Sobre si el presidente conocía el funcionamiento de esto, yo entiendo que sí, que lo debe haber conocido, evidentemente, por los numerosos viajes tanto de él como del presidente Chávez a la Argentina, por la cantidad de acuerdos que se firmaron en cada ocasión y no me cabe la menor duda de que estaba al tanto”.
¿Pero qué es exactamente el funcionamiento de “ésto”? La pregunta la hace el diputado del peronismo disidente Eduardo Amadeo y la versión textual dice: “¿Hasta dónde el presidente Néstor Kirchner en su conocimiento tuvo acceso a esta información vital sobre la manera en que se estaban desarrollando las negociaciones? No sólo el problema del fideicomiso, sino la estructura general de la operación…”.
Pero, a ver, ¿cuál es el problema del fideicomiso? Sencillo: en enero de 2005, Sadous había enviado un cable diplomático titulado “Gravísima situación” donde informaba de un faltante de 90 millones de dólares en el fideicomiso que administra PDVSA –la empresa pública de petróleo venezolana, que nada tiene que ver con el Estado Argentino– y a través del cuál Caracas paga los productos que Buenos Aires le exporta.
El único momento que “apuntó directo”– no es otra cosa que una gran nube de humo. Sadous estaba dibujando el plano de aspiradora.
Respecto de la denuncia contra Julio De Vido, Sadous dice, textual: “Los empresarios argentinos en forma permanente hacían comentarios sobre la necesidad de pasar por el Ministerio de Planificación Federal para resolver que sus ventas a Venezuela se imputaran al fideicomiso. Ahora, denuncias concretas obviamente no las hubo; si las hubiera habido yo lo hubiera puesto en conocimiento de la Cancillería, como es mi deber y como lo hice cuando tuvimos pruebas concretas de la desaparición de los 90 millones de dólares del fideicomiso y reaparición posterior”.
Habría que recordar que ningún empresario ratificó los dichos de Sadous. Y habría que agregar que en algún momento de su declaración admite que es posible que también hubiera negocios non sanctos de Venezuela con países como “Brasil, Chile o Francia”, pero que tampoco esto le constaba. Lo que sí, también se quejó porque dicen que dicen los que finalmente no dijeron que los “retornos” llegaban hasta el 15% cuando lo común es el siete o el diez. Es decir, el escándalo es apenas una cuestión de grado.
A esa altura, la reunión en la comisión estaba tomando un tono caricaturesco. El diputado Carlos Kunkel ya había interrumpido a Sadous denunciando que “la puerta de la sala ha quedado abierta y están filmando la reunión” y también había protagonizado un irónico cruce con la diputada de la Coalición Cívica, Patricia Bullrich, sobre la prosapia de la ex ministra de Trabajo durante la presidencia de Fernando de la Rúa. “La diputada Patricia Bullrich de Pueyrredón está pidiendo una interrupción”, dijo, entre las risas de otros diputados, Kunkel; y la respuesta jocosa fue “Pueyrredón de San Martín”.
La diputada fueguina Mariel Calchaquí había precisado que “esto” no era otra cosa que “una discusión sobre fondos que no eran públicos; son negocios de empresarios, facilitados, tal vez por las buenas relaciones bilaterales, pero no hay fondos públicos”.
Bullrich saltó y espetó “PDVSA son fondos públicos”. Y Heller terció: “¡No son argentinos!” Es decir, lo que quiso remarcar el diputado del Partido Solidario, es que si hubo un caso de corrupción estuvo sobre la órbita de la administración venezolana y no argentina.
En otro pasaje de su declaración, Sadous agrega un poco menos de luz sobre el tema del manejo del fideicomiso:
Calchaquí: – (…) ¿Qué intervención directa puede tener el Ministerio de Planificación de la Argentina de este tipo de pagos, cuando son el Banco de Venezuela y PDVSA, los que administrar y efectivizan?
Sadous: – Indicar a qué empresas se puede pagar o no, a qué empresas se puede imputar los pagos de los fondos del fideicomiso que administran PDVSA (…) El mecanismo era a través de PDVSA, al ser administradora era la que decidía en consulta con ministerios u organismos estatales venezolanos qué productos o bienes se compraban. Ahora, cómo…
Pinedo: – Nosotros no sabemos cómo.
Sadous: – Supongo que por negociaciones políticas entre distintos ministerios…
Pinedo: – ¿Cómo se hacía para enterarse de que querían comprar tal cosa?
Sadous: – PDVSA informaba al Ministerio de Planificación Federal y a la embajada cuáles eran los productos a comprar. Se transmitía esto a Cancillería y se presentaban las empresas que iban a vender dentro del sistema del fideicomiso (…).
Heller: – Y a la Cámara de Comercio.
Sadous: – En algunos casos se informaba a Cancillería, en otros casos al Ministerio de Planificación Federal, que era quien mantenía las relaciones regulares una vez por mes o dos veces por mes. Cuando venía Uberti o la delegación del Ministerio de Planificación mantenía reuniones con venezolanos, PDVSA, el Ministerio de Energía y Agricultura sobre las demandas que tenían estos ministerios para comprar productos.
Pinedo: – ¿Quién seleccionaba a los vendedores argentinos?
Sadous: – Ni la embajada ni la Cancillería.
Pinedo: – ¿Usted no sabe quién?
Sadous: –No.
Pero la decisión final sobre los pagos del fideicomiso no es la única cosa que no supo Sadous a lo largo de su exposición.
Tampoco supo explicar – nombrado Uberti y el Ministerio de Planificación – sobre la supuesta “diplomacia paralela” con la que tanto habían machacado los medios de comunicación.
“Con respecto a la diplomacia paralela, yo nunca usé la expresión ‘diplomacia paralela’. Lo que sí creo que hubo fueron gestiones paralelas, es decir gestiones en las cuales la embajada no participó”.
Sadous no conoce de otros casos similares a lo largo de sus 37 años de trabajo, pero cualquier persona sensata y con un conocimiento de realpolitik internacional sabe que las embajadas guardan un rol protocolar mientras que el mundo de las presiones políticas, comerciales, de negocios, van por otro. Los Estados Unidos, España, Francia y Gran Bretaña, entre otros, lo saben a ciencia cierta.
El mayor despiporre político se produjo cuando el histriónico diputado Jorge Yoma intervino y, luego de quejarse del “horario castrense” impuesto por el presidente de la comisión Alfredo Atanasof, que le impidió tomar mate tranquilo con su familia, expuso: “Estábamos frente a un escándalo de corrupción de proporciones en la Argentina en el que un embajador iba a aportar datos confidenciales que poco menos que iban a generar una catástrofe institucional. Ello ameritó que dejara el mate de un lado y venga para esta reunión. La verdad es que estoy totalmente decepcionado y le transmito, presidente, esta queja en nombre de mi familia”.
Pero más allá de la ironía, Yoma, que fue embajador en México, puso el acento en algo interesante que se escapó de toda agenda mediática: “Nos parece trascendente el daño que se le provoca al país en un mercado tan importante como el de la maquinaria agrícola con este escandalote que no tiene ningún fundamento. (…) Lo que quiero decir es que este globo, esta expectativa, estas cámaras de televisión el único efecto que van a tener es absolutamente negativo en el comercio exterior argentino, en un segmento tan importante como el de la maquinaria agrícola, en provincias como Córdoba y Santa Fe, cuya actividad es tan importante, cuando no existe el más mínimo elemento de que haya habido participación de un funcionario argentino en actos de corrupción. Pero el daño al país sí es evidente”.
Sadous gesticulaba frente al micrófono y Atanasof se ponía nervioso, y lo cierto es que la testimonial naufragaba en un mar de suposiciones, especulaciones, inconsistencias, contradicciones y verosimilitudes que podían resultar similares a la verdad, pero que no tenían ninguna evidencia contundente de que lo fuera.
Mientras tanto, la diputada oficialista Juliana Di Tullio se quejaba porque cuando había salido a fumar había recibido el dato de periodistas de La Nación de que “la oposición ya había quebrado el acuerdo” de silencio.
Envalentonada, dijo: “La verdad es que yo no hice ninguna declaración y tampoco creo que algún diputado de la oposición haya quebrado el acuerdo. Espero que así sea. Además, no creo que le convenga”. Margarita Stolbizer la cortó: “¿Qué quiere decir ‘no creo que les convenga’?” Cocorita, Di Tullio, estocó: “Que no les conviene dar información sobre esta reunión porque fue un escándalo y una vergüenza”.
Con cara de convidado de piedra, el diputado Juan Carlos Morán, padre de la criatura –l a investigación, claro – admitió: “Yo salí tres veces y la verdad es que nadie me obligó a hacer declaraciones”. Y es posible que diga la verdad, es decir, que nadie lo haya obligado.
Otra de las intervenciones interesantes la realizó Heller cuando expresó: “Usted ha dicho textualmente que los intereses que se veían afectados por la presencia argentina estaban molestos y, en función de eso, era previsible que actuaran. Dijo que Venezuela tenía un gran comercio con los Estados Unidos. En segundo lugar, dijo que tenía un comercio muy importante con Colombia y, en tercer lugar, tenía un gran desarrollo comercial en las relaciones con Brasil (…). Usted ha dicho que escuchó comentarios de que había retornos. A partir de esos comentarios que usted dice que escuchó – pero que los otros niegan, ya que dicen que no los hicieron – se genera todo este debate y discusión. Sabiendo cómo funcionan determinados países y los servicios de inteligencia así como el vínculo que existe por la defensa de sus intereses comerciales, etcétera, ¿el crecimiento de las exportaciones argentinas a Venezuela en detrimento de terceros países – porque evidentemente eso es así – no generará acciones de inteligencia de esos países para enturbiar las relaciones argentino-venezolanas y de esa manera recuperar cuotas de mercado que están perdiendo? ¿No lo ve como una posibilidad que también deberíamos estar considerando? (…) En definitiva, me parece que existe un montaje de una operación política que no tiene absolutamente nada que ver”.
Convertido Sadous en el protagonista de “Nuestro hombre en Caracas”, este hombre puesto por el ex presidente Eduardo Duhalde en la embajada en Venezuela, también es un personaje que aspira a una participación estelar en el cielo opositor. Con la intención de que su gestión fuera reconocida – habló de sus condecoraciones, de los aciertos de su embajada (la recomposición de las relaciones entre ambos países, el crecimiento del comercio binacional de 250 millones a dos mil millones, el acuerdo por el petróleo y la firma del protocolo adicional al convenio de intercambio del año 1978) − intentó tener sus 15 minutos de fama. En cierta manera, los obtuvo.
Claro, a fuerza de versiones, de entredichos, de comentarios, que pueden servir para una buena novela de espionaje, pero no para poner en juego una estrategia de crecimiento económico basado en la explotación de nuevos mercados.
Es decir, allí donde todos hablaron de una central nuclear, no había otra cosa que los planos de una aspiradora.
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Opinión ¿Qué tapó el caso Sadous? por Roberto Caballero (Director. de tiempo Argentino).
Desde el jueves 24 de junio, la Argentina vive un estado de conmoción política que confunde aun a aquellos lectores habituados a comprender los entresijos del poder. El “Caso Sadous” o, mejor dicho, la novela mediática escrita a partir de los dichos del ex embajador en Venezuela ante la Comisión de Relaciones Exteriores de Diputados, tiene hace una semana a la sociedad como espectadora desorientada, sin elementos ciertos para hacer un juicio correcto sobre lo sucedido.
No es ocioso citar el jueves 24, porque ese día el diario Clarín, enfrentado con el gobierno por millonarios intereses comerciales en juego (la negativa oficial a cederle Telecom y la cláusula de desinversión de la nueva Ley de Medios que ataca su posición dominante en el mercado, entre muchos otros), publicó en su tapa, con título catástrofe: “Sadous apuntó directo a Kirchner y a De Vido”. Una afirmación contundente, en busca del estrépito social, que sólo se sostenía en la recreación literaria de lo que, se suponía, había sucedido el miércoles 23, durante la reunión a puertas cerradas entre Sadous y los legisladores de distintas bancadas. La edición de la nota interna pone en boca de diputados opositores, no sólo las frases, sino también las interpretaciones a las supuestas respuestas del ex embajador: allí aparecen Juan Carlos Morán, de la Coalición Cívica; Juan Pablo Tunessi, de la UCR; Eduardo Amadeo, del PJ disidente; y Patricia Bullrich, de la Coalición Cívica.
Con lo cual, suponer que Clarín actuó en tándem con las bancadas opositoras para magnificar un tema que se ajusta a la agenda de demolición cotidiana planteada por el grupo oligopólico, sería una casi certeza, que sólo podría ser puesta en duda por un documento irrefutable y de interés público: la versión taquigráfica de la sesión, a la que accedió Tiempo Argentino, bajo estricta reserva de fuente.
De la lectura de la misma, se desprenden, al menos, tres conclusiones:
1) Sadous no agregó nada a lo que ya había declarado en sede judicial, donde es testigo. La causa, en realidad, se abrió por la denuncia de un diputado de la Coalición Cívica, es decir, ese expediente tiene un origen político, y la intención de sustraerlo del juzgado y llevarlo a una Comisión de Diputados para escandalizar a las abuelas con definiciones de alto impacto pero insustanciales, permite interrogarse sobre si lo que se busca con esto es la verdad o el rédito mediático en alianza con un grupo que tiene confun- dida su agenda periodística con la empresarial, dañando algo que es muy importante: el derecho de la sociedad a la información veraz.
2) Sadous no involucra a Kirchner en las supuestas maniobras dolosas, y sólo lo menciona cuando el diputado peronista disidente, Amadeo, le pregunta lo siguiente: “¿Hasta dónde el presidente Kirchner, en su conocimiento, tuvo acceso a esta información vital sobre la manera en que se estaban desarrollando las negociaciones? No sólo el problema del fideicomiso, sino la estructura general de la operación. Tal vez esta pregunta resulte redundante, porque uno debería suponer que el presidente de la Nación sabe buena parte de las cosas que pasan en la administración, pero quisiera saber si usted puede hacer algún comentario adicional sobre el conocimiento que eventualmente podía tener el presidente Kirchner sobre este tema”.
A lo que Sadous responde, luego de una larga explicación sobre la burocracia del sistema venezolano, de las trabas que se colocaban a las exportaciones argentinas, de la alta corrupción de los funcionarios de Caracas, de las bondades del fideicomiso porque agilizaba los pagos, de la intervención del Ministerio de Planificación para que se lograran dichos pagos a los empresarios nacionales, recién después de todo eso, Sadous manifiesta: “Sobre si el presidente Kirchner conocía el funcionamiento de esto, yo entiendo que sí, que lo debe haber conocido, evidentemente, por los numerosos viajes tanto de él como del presidente de Venezuela, por la cantidad de acuerdos en cada ocasión y no me cabe la menor duda de que estaba al tanto”. Sadous respondió lo mismo que respondería, por caso, cualquier embajador estadounidense, si le preguntaran si Obama está al tanto de que los Estados Unidos y España se compran y venden productos entre sí.
Clarín, sin embargo, invitó a leer, desde su tapa del 24 de junio, que Kirchner estaba al tanto de la “diplomacia paralela” y, peor aún, del presunto pedido de coimas a empresarios.
No es justo, aunque se piense lo que se piense del gobierno de los Kirchner. Y no es justo, además, porque en la versión taquigráfica de la única “corrupción” de la que se habla es de la venezolana.
3) La pregunta que nosotros, como sociedad, deberíamos hacernos es qué sucedía mientras esta operación política inundaba los diarios, las radios y las pantallas.
Ahora, en parte, lo sabemos, gracias a Radio Nacional: Felipe y Marcela Noble entran y salen del país cómo quieren, mientras la justicia recibe prendas contaminadas con hasta 4 ADN distintos para retratar la prueba que demostrará si son hijos de desaparecidos. Ni Sadous, ni los jubilados.
Este es el único escándalo que sacude de veras al país.
Envalentonada, dijo: “La verdad es que yo no hice ninguna declaración y tampoco creo que algún diputado de la oposición haya quebrado el acuerdo. Espero que así sea. Además, no creo que le convenga”. Margarita Stolbizer la cortó: “¿Qué quiere decir ‘no creo que les convenga’?” Cocorita, Di Tullio, estocó: “Que no les conviene dar información sobre esta reunión porque fue un escándalo y una vergüenza”.
Con cara de convidado de piedra, el diputado Juan Carlos Morán, padre de la criatura –l a investigación, claro – admitió: “Yo salí tres veces y la verdad es que nadie me obligó a hacer declaraciones”. Y es posible que diga la verdad, es decir, que nadie lo haya obligado.
Otra de las intervenciones interesantes la realizó Heller cuando expresó: “Usted ha dicho textualmente que los intereses que se veían afectados por la presencia argentina estaban molestos y, en función de eso, era previsible que actuaran. Dijo que Venezuela tenía un gran comercio con los Estados Unidos. En segundo lugar, dijo que tenía un comercio muy importante con Colombia y, en tercer lugar, tenía un gran desarrollo comercial en las relaciones con Brasil (…). Usted ha dicho que escuchó comentarios de que había retornos. A partir de esos comentarios que usted dice que escuchó – pero que los otros niegan, ya que dicen que no los hicieron – se genera todo este debate y discusión. Sabiendo cómo funcionan determinados países y los servicios de inteligencia así como el vínculo que existe por la defensa de sus intereses comerciales, etcétera, ¿el crecimiento de las exportaciones argentinas a Venezuela en detrimento de terceros países – porque evidentemente eso es así – no generará acciones de inteligencia de esos países para enturbiar las relaciones argentino-venezolanas y de esa manera recuperar cuotas de mercado que están perdiendo? ¿No lo ve como una posibilidad que también deberíamos estar considerando? (…) En definitiva, me parece que existe un montaje de una operación política que no tiene absolutamente nada que ver”.
Convertido Sadous en el protagonista de “Nuestro hombre en Caracas”, este hombre puesto por el ex presidente Eduardo Duhalde en la embajada en Venezuela, también es un personaje que aspira a una participación estelar en el cielo opositor. Con la intención de que su gestión fuera reconocida – habló de sus condecoraciones, de los aciertos de su embajada (la recomposición de las relaciones entre ambos países, el crecimiento del comercio binacional de 250 millones a dos mil millones, el acuerdo por el petróleo y la firma del protocolo adicional al convenio de intercambio del año 1978) − intentó tener sus 15 minutos de fama. En cierta manera, los obtuvo.
Claro, a fuerza de versiones, de entredichos, de comentarios, que pueden servir para una buena novela de espionaje, pero no para poner en juego una estrategia de crecimiento económico basado en la explotación de nuevos mercados.
Es decir, allí donde todos hablaron de una central nuclear, no había otra cosa que los planos de una aspiradora.
-
Opinión ¿Qué tapó el caso Sadous? por Roberto Caballero (Director. de tiempo Argentino).
Desde el jueves 24 de junio, la Argentina vive un estado de conmoción política que confunde aun a aquellos lectores habituados a comprender los entresijos del poder. El “Caso Sadous” o, mejor dicho, la novela mediática escrita a partir de los dichos del ex embajador en Venezuela ante la Comisión de Relaciones Exteriores de Diputados, tiene hace una semana a la sociedad como espectadora desorientada, sin elementos ciertos para hacer un juicio correcto sobre lo sucedido.
No es ocioso citar el jueves 24, porque ese día el diario Clarín, enfrentado con el gobierno por millonarios intereses comerciales en juego (la negativa oficial a cederle Telecom y la cláusula de desinversión de la nueva Ley de Medios que ataca su posición dominante en el mercado, entre muchos otros), publicó en su tapa, con título catástrofe: “Sadous apuntó directo a Kirchner y a De Vido”. Una afirmación contundente, en busca del estrépito social, que sólo se sostenía en la recreación literaria de lo que, se suponía, había sucedido el miércoles 23, durante la reunión a puertas cerradas entre Sadous y los legisladores de distintas bancadas. La edición de la nota interna pone en boca de diputados opositores, no sólo las frases, sino también las interpretaciones a las supuestas respuestas del ex embajador: allí aparecen Juan Carlos Morán, de la Coalición Cívica; Juan Pablo Tunessi, de la UCR; Eduardo Amadeo, del PJ disidente; y Patricia Bullrich, de la Coalición Cívica.
Con lo cual, suponer que Clarín actuó en tándem con las bancadas opositoras para magnificar un tema que se ajusta a la agenda de demolición cotidiana planteada por el grupo oligopólico, sería una casi certeza, que sólo podría ser puesta en duda por un documento irrefutable y de interés público: la versión taquigráfica de la sesión, a la que accedió Tiempo Argentino, bajo estricta reserva de fuente.
De la lectura de la misma, se desprenden, al menos, tres conclusiones:
1) Sadous no agregó nada a lo que ya había declarado en sede judicial, donde es testigo. La causa, en realidad, se abrió por la denuncia de un diputado de la Coalición Cívica, es decir, ese expediente tiene un origen político, y la intención de sustraerlo del juzgado y llevarlo a una Comisión de Diputados para escandalizar a las abuelas con definiciones de alto impacto pero insustanciales, permite interrogarse sobre si lo que se busca con esto es la verdad o el rédito mediático en alianza con un grupo que tiene confun- dida su agenda periodística con la empresarial, dañando algo que es muy importante: el derecho de la sociedad a la información veraz.
2) Sadous no involucra a Kirchner en las supuestas maniobras dolosas, y sólo lo menciona cuando el diputado peronista disidente, Amadeo, le pregunta lo siguiente: “¿Hasta dónde el presidente Kirchner, en su conocimiento, tuvo acceso a esta información vital sobre la manera en que se estaban desarrollando las negociaciones? No sólo el problema del fideicomiso, sino la estructura general de la operación. Tal vez esta pregunta resulte redundante, porque uno debería suponer que el presidente de la Nación sabe buena parte de las cosas que pasan en la administración, pero quisiera saber si usted puede hacer algún comentario adicional sobre el conocimiento que eventualmente podía tener el presidente Kirchner sobre este tema”.
A lo que Sadous responde, luego de una larga explicación sobre la burocracia del sistema venezolano, de las trabas que se colocaban a las exportaciones argentinas, de la alta corrupción de los funcionarios de Caracas, de las bondades del fideicomiso porque agilizaba los pagos, de la intervención del Ministerio de Planificación para que se lograran dichos pagos a los empresarios nacionales, recién después de todo eso, Sadous manifiesta: “Sobre si el presidente Kirchner conocía el funcionamiento de esto, yo entiendo que sí, que lo debe haber conocido, evidentemente, por los numerosos viajes tanto de él como del presidente de Venezuela, por la cantidad de acuerdos en cada ocasión y no me cabe la menor duda de que estaba al tanto”. Sadous respondió lo mismo que respondería, por caso, cualquier embajador estadounidense, si le preguntaran si Obama está al tanto de que los Estados Unidos y España se compran y venden productos entre sí.
Clarín, sin embargo, invitó a leer, desde su tapa del 24 de junio, que Kirchner estaba al tanto de la “diplomacia paralela” y, peor aún, del presunto pedido de coimas a empresarios.
No es justo, aunque se piense lo que se piense del gobierno de los Kirchner. Y no es justo, además, porque en la versión taquigráfica de la única “corrupción” de la que se habla es de la venezolana.
3) La pregunta que nosotros, como sociedad, deberíamos hacernos es qué sucedía mientras esta operación política inundaba los diarios, las radios y las pantallas.
Ahora, en parte, lo sabemos, gracias a Radio Nacional: Felipe y Marcela Noble entran y salen del país cómo quieren, mientras la justicia recibe prendas contaminadas con hasta 4 ADN distintos para retratar la prueba que demostrará si son hijos de desaparecidos. Ni Sadous, ni los jubilados.
Este es el único escándalo que sacude de veras al país.
2 comentarios:
Recorcholis ! Te pasastes toda la noche escribiendo ! Y de todos modos, queda un resto de 'mufa', que es tipico, donde hay 'humedad de corrupcion institucionalizada'!
Donde los sistemas y los metodos, son ejecutados, no de acuerdo a la Norma de Procedimiento, sino de acuerdo al humor del dictador y sus secuaces..., siempre habrá una cierta 'suciedad'! Que los secuaces no quieren, ni ver, ni denunciar y ni acabar ! Y las oposiciones nada hacen por la limpieza de procedimientos, por la condescendencia tipica; de su falta de articulacion y conceptos de oposicion positiva ! Todo, en el gran marco de la mediocridad generalizada ! O no ?
No anónimo!, que poco sabes de todo esto!.
Hay algo que se llama "digitalizador" y otra cosa que se llama "contactos" o "FUENTES". jeje
Sobre tu apreciacion sobre lo que ni siquiera leiste, no puedo comentarla porque es de una mediocridad que espanta... y no porque seas mediocre... sino porque ni te tomaste el tiempo de leerla.
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