Crónica de un día Peronista: "el pueblo decidió derribar el muro de la impunidad"

("Los Kirchner ya no tienen poder de convocatoria" dijo Carrió antes del acto).

El día comenzó muy temprano, cuando las columnas llegadas desde todas las provincias comenzaban a poblar los alrededores de la Plaza de Mayo.

Misioneros, chaqueños, entrerrianos, pampeanos, mendocinos y de muchos lugares lejanos, recorrían la ciudad de Buenos Aires, sacándose fotos en todos los lugares con sus teléfonos celulares. Algunos ya estaban colgando los carteles pasacalle en la Plaza y hubo una tragedia en el lugar. Una farola se desprendió y golpeo al compañero tucumano Carlos Marriera que falleció antes de que la ambulancia llegara al hospital.

Esta irreparable pérdida fue homenajeada por las cientos de miles de personas que concurrimos al acto con un respetuoso minuto de silencio antes de dar comienzo oficial al acto.

Al mediodía el humo de los braseros inundaba la ciudad. Los vendedores ambulantes hacían "su Agosto" y los "K"iosqueros vendían gaseosas - como nunca - a toda la muchedumbre que había llegado desde distintos puntos del interior. Durante horas de caminata no pudimos encontrar un carrito ambulante que vendiera el Choripan a menos de $5. Las gaseosas escaseaban y solo algún mate "compañero" podía saciar la sed de los manifestantes que llegaban por miles con sus banderas o con las manos en los bolsillos para cubrirse del frío.

(Los oficinistas también se hicieron presente en el acto de apoyo a la democracia)

Las columnas - al ritmo de las bombas de estruendo, batucadas y bombos - se iban acomodando en el lugar asignado. Los sindicatos y los movimientos sociales ingresaban con sus carteles y pecheras de distintos colores identificatorios y se acomodaban a lo largo y a lo ancho del gran espacio abierto. Las agrupaciones peronistas de la Juventud, fueron las últimas en ingresar a la plaza desde la Av. de Mayo. Desde Azul, los compañeros del Movimiento Nacional y Popular que conduce Alejandro Lozano habían llegado en un colectivo y también formaron parte del acto.

"La gloriosa" Juventud Peronista, MUP, Libres del Sur y "La Cámpora" incorporaron un gran colorido a la multitud y marcaron el "lleno completo" a la plaza, el resto de las delegaciones debieron acomodarse en las calles linderas y diagonales hasta la Av. 9 de Julio. Aunque una de las columnas más numerosas y coloridas llegó a la plaza portando la Wiphala (bandera multicolor de los pueblos originarios) con los militantes de la organización barrial Tupac Amarú de Jujuy.

En el interior de la Plaza, esperando la llegada de la única oradora, había miles de personas comunes, que se habían hecho presentes para respaldar la democracia, al gobierno popular y a nuestra presidenta.

Muchos manifestantes optaron por la creatividad de los carteles "made in casa" para expresar su pensamiento. Así, ante cada cámara que se cruzaba, los hombres y mujeres buscaban hacer notar sus pensamientos: "Soc. Rural = Bush", "firmeza no es soberbia", y otros dirigidos a los desestabilizadores de la oposición política "no tiren miguensitos en las rutas" o "saquen a Charly metan a Carrió".

A eso de las cuatro de la tarde, los últimos puestos ambulantes se levantaban para dar paso a la gente que ya hacía estallar la Plaza de Mayo por todos los costados (ver fotos).

Los dos animadores del acto vociferaban para mantener alerta al público y los bombos ya sonaban como el "latido" de la plaza. Las banderas flameaban, los aplausos y cánticos de las agrupaciones se mezclaban con las risas de los chicos y las madres preocupadas para que no se perdieran en la multitud.
Por los parlantes anunciaron que llegaba Cristina, la plaza estalló y a continuación comenzó el acto en el que la única oradora fue la compañera presidenta de la Nación.

Aquí, transcribimos algunos de los pasajes más importantes del mensaje al pueblo argentino:

"Sabía que como Presidenta de la República iba a tener que dar alguna otra gran batalla, lo supe cuando me comprometí, ante todos ustedes, a profundizar la transformación y el cambio" (...) "Cuando tomé decisiones para redistribuir el ingreso no lo hice - se los juro - para perjudicar a nadie, al contrario, fueron para que todos los argentinos pudiéramos vivir un poco mejor; para que los alimentos, llegaran a todos".

Recordó como era el país de 1910 al afirmar: "hace 100 años este país era el principal productor de carne y trigo, exportaba todo, sin embargo los argentinos se morían de hambre y los obreros eran apaleados y fusilados. La Argentina del Centenario vivió sus primeros cien años con estado de sitio por la violencia que la miseria, el hambre y el dolor habían desatado entre todos los argentinos".

Por eso, la presidenta manifestó que soñaba "con un Bicentenario diferente, con las industrias trabajando, agregando valor a sus productos para seguir sosteniendo el salario y más trabajo para los argentinos; sueño con un campo que cada vez produzca más materias primas pero que les agregue valor aquí, en nuestro país, para dar más trabajo todavía".

Y para que este Bicentenario sea una realidad, deberá llevarse adelante la redistribución de la riqueza. La única forma de hacerlo es mediante la democracia y las instituciones. Por eso afirmó que "cuando comenzaron a pasar los días y veía que desde un sector de la sociedad, desde una corporación, cuatro personas a las que nadie votó, a las que nadie eligió, se reunían, deliberaban, decidían y comunicaban al resto de los argentinos quién podía andar por las rutas del país y quién no, me di cuenta que estaba ante otra situación muy diferente".

El reclamo de estos señores ya "no era retenciones sí o retenciones no" sino que "estaban socavando, interfiriendo en la construcción democrática, esa que nos dice que son los representantes del pueblo, elegidos en elecciones libres, democráticas y sin proscripciones, los que deciden, deliberan y ejecutan. Esa es la Argentina democrática, la de la Constitución, la de las instituciones, la de los poderes del Estado, legal y constitucionalmente establecidos. Pero cuando además empecé a ver a algunos que parecían colarse entre esos reclamos, y que ya no cuestionaban ni las retenciones ni nada, simplemente nos insultaban por haber reinstalado la vigencia de los derechos humanos en la Argentina, el escenario fue completo y total".

La presidenta criticó la metodología de los cortes de rutas porque "los argentinos no queremos más comedias, queremos por sobre todas las cosas volver a recuperar responsabilidad institucional y vigencia de la Constitución (...) para apuntalar un proyecto nacional y popular".
Pero sabemos que quienes impulsaron los cortes y son los responsables por no vender los granos son las entidades. Por ello les reclamó a los cuatro presidentes de las entidades y a la oposición que "seamos inteligentes, dejemos de mirarnos el ombligo, dejemos de lado esa costumbre de cierta dirigencia argentina que cuando se frustra frente al voto popular se encierra sobre sí misma y no es capaz de mirar o tender una idea mejor, y si no la tiene apoyar al que tiene una idea mejor que él".

Desde un escenario de profunda fortaleza y convicción, apoyada por el pueblo reunido en la plaza y los millones de argentinos que acompañan al proyecto nacional y popular, Cristina Kirchner manifestó que "quiero desde aquí, desde esta Plaza de Mayo que, como dije ayer, empezó siendo de los peronistas, pero que después de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo es de todos los argentinos; desde esta Plaza quiero convocar a todos a que discutamos en este acuerdo del Bicentenario cómo podemos mejorar nuestras políticas agropecuarias para producir más, pero también para que los argentinos sigan comiendo bien, es imprescindible garantizar la mesa de los argentinos".

Y advirtió a quienes intentaron desestabilizar al gobierno que "tal vez con tanto golpe de Estado, con tanta interrupción institucional que hemos vivido, creemos que todo se arregla con intolerancia, con golpes, con bocinas, cacerolas o corte de ruta". "Por eso les pido a quienes equivocados desabastecen al país que en nombre de la democracia, que en nombre de la Constitución, que en nombre de las leyes, liberen las rutas y dejen que los argentinos volvamos a producir y trabajar".

Y de forma magistral, la presidenta concluyó que "no tengan miedo ni dudas al ejercer su representación sectorial, porque si realmente son representativos seguramente no va a ser necesario que corten ninguna ruta para que no se comercialicen granos o carne".

Cuando la presidenta terminó su mensaje, las banderas, los aplausos y los gritos de la multitud fueron uno para saludar a Cristina. La fiesta de la democracia terminó en Paz, con un claro mensaje a todos los sectores para construir en conjunto y para todos. Ahora veremos cual es la reacción de los responsables del Lock-out.

(Un "punto de vista" desde la Plaza de Mayo)

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