sábado, 10 de mayo de 2008

LA CUESTION DE "LA ESCARAPELA"

Hace algunos días, preocupados por una consigna que lanzaron los dirigentes del campo, los JÓVENES CACHARIENSES envíamos un correo electrónico a todos nuestros lectores dejándo en clara nuestra perocupación sobre esta consigna de la dirigencia rural (Foto izquierda).
Días pasados, fue leída en el programa radial del Sr. Victor Hugo Morales una carta abierta que se refería a este tema y es nuestra intención ponerla a concideración de nuestros lectores.
A La derecha les dejamos la consigna que nosotros lanzamos para "que nadie se adueñe de lo que es de todos!". Así que si querés "Ponéte la escarapela y no les des el gusto".

"Todos somos el Campo. Ponete la escarapela por el país. Ponete la escarapela por el Campo." Por Orlando Barone (*)


Cuando los dirigentes de la negociación leyeron esta proclama sentí que el país era demasiado para caber en esas cuatro caras. Darse cuerda patriótica sin autorización de la patria es una grosería cívica. No sé qué pensarían French y Beruti de esta arrogancia de un sector económico que pretende que su negocio es tan argentino que se merece la escarapela. En aquel 25 de mayo de 1810 ese símbolo impovisado de dos cintitas celeste y blanca, se asumió como identidad nacional frente a la del poder de la corona.

A mí me sorprende que ahora, por un tema de "retenciones", por una trama de intereses y de ganancia, un grupo de la sociedad argentina se apropie simbólicamente de la argentinidad. Y lo haga para enfrentar al gobierno nacional como si se tratara de un Estado enemigo. No se deliren. Tómense un mate.

La sola idea de que la escarapela argentina sea invocada en la reyerta impositiva es de tal despropósito intelectual que invalida razones. La escarapelización, como decoración de la puesta en escena, no convierte por arte de magia la resistencia empresarial en una patriada gauchesca.

No se puede banalizar un símbolo para lucir mejor ante la televisión y los medios. Está bien que las cámaras aticen el histrionismo hasta del agricultor más inexpresivo, pero quienes están en las rutas no son los gauchos de Güemes ni las montoneras de Felipe Varela o de Pancho Ramírez. Además, casi todos aquellos caudillos eran terratenientes.

El Gobierno debería descender de las nubes o de los cerros de Ubeda. Salir del soliloquio que onaniza su discurso y aterrizar, aunque sea en Caballito. Pero los del agro bájense un rato del caballo. Exhiban en la televisión las escrituras de los terrenitos que poseen. Muéstrenles a los argentinos pobres el margen de ganancia que tienen. Declaren a los movileros cuántas hectáreas poseen sus chacritas y cuánto vale cada una.

Y si quieren ponerse una escarapela como grupo rebelde no usen la de Argentina. Pónganse una escarapela con una cabeza de novillo o con una plantita de soja.




(*) Carta abierta leída en Radio Continental, en el programa La Mañana conducido por Víctor Hugo Morales.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un discurso perverso

La identificación de un sector con la Patria y sus símbolos y la consecuente descalificación del resto fue una constante en el discurso hegemónico durante el largo medio siglo de gobiernos de facto. Si el Ejército se pretende “glorioso partero de la historia, anterior a la Patria”, como dijo hace dos décadas el general José Caridi, y si “nuestras Fuerzas Armadas nacieron a la sombra de la Cruz”, según predicó hace medio siglo el primer vicario castrense, Fermín Laffite, para la Sociedad Rural “cultivar el suelo es servir a la Patria”. Su presidente, Luciano Miguens, quien no tiene inhibiciones para decir lo que piensa, explicó al anunciar la segunda etapa del plan de lucha, que lo que sobra de las exportaciones de carne puede volcarse al consumo interno. Ése fue el criterio que rigió desde el derrocamiento de Perón, en 1955, con las políticas de veda al consumo, mientras se atendía al mercado internacional. Más perverso es el discurso de Eduardo Buzzi, a quien no se le mueve un músculo mientras plantea la redistribución del ingreso, sentado a la derecha de Miguens, quien le pidió que fuera el vocero del grupo. Cualquier crítica a las falencias de la política oficial es admisible, porque no le han faltado ni errores ni horrores, pero un dirigente que se reclama popular no puede aliarse con lo peor de la historia argentina, con los enemigos históricos de su propia entidad, para confrontar con el primer gobierno que en medio siglo puso en debate la apropiación individual de la riqueza generada por procesos colectivos, ni subordinar la trabajosa posibilidad de un acuerdo a las conveniencias de una interna política en su organización. La agenda que Fernández llevó a la última reunión dice “analizar las condiciones de funcionamiento de los mercados a término”. Convertir esa frase tan taxativa en una promesa de cambio del mecanismo de retenciones móviles se parece demasiado a una provocación.

Horacio Verbitsky

Anónimo dijo...

Barone un grande, que se puede egregar a esta carta? creo que lo unico es que si en este pais hubiera 2 o 3 Barones mas los medios nacionales tendrian algo tan simple como el sentido comun y no como muchos que viven arrastrandose por los mismos de siempre. Los felicito por poner esa carta.