viernes, 25 de julio de 2008

Cristina: "podra haber derrotas momentáneas, pero la historia la escriben los pueblos"


Son las vísperas de una fecha que los argentinos, fíjense lo que digo, no solamente los peronistas, tenemos en nuestro corazón.
Siempre recordar a Eva Perón es un desafío. Mi generación, la que se incorporó a la política en lo años duros en los que no había democracia, en los que no se podía elegir quien iba a ser su intendente, su gobernador, en los que no había libertad, en los que hasta se prohibía besarse en las plazas, aunque ustedes no lo crean, los muy jóvenes, hubo una época en la Argentina en la que hasta prohibían besarse en las plazas. En esa Argentina crecimos nosotros, muchos de los que hoy estamos aquí cumpliendo tal vez funciones que nunca hubiéramos soñado en aquella etapa. Éramos profundamente "evitistas", había discusiones también acerca de estas cuestiones. Porque Perón enseñaba, pero Evita conmovía, y sigue conmoviendo y conmocionando, es algo diferente. Es la sensación que uno siente cuándo la ve, frágil en apariencia, pero tal vez con la fortaleza que sólo dan quienes están absolutamente convencidos de cual es el camino, de cuales son los ideales, de cuales son los intereses que debemos representar.
Cuando desde aquel 25 de mayo del 2003, uno de los nuestros, uno de aquella generación, mi compañero de tantos años, llegó a la presidencia de la República, yo comencé a sentir la necesidad de imaginar en cada uno de nuestros actos, en cada una de nuestras políticas, en cada uno de nuestros compromisos, en dónde hubiera estado ella. Y me la imaginaba junto a miles pidiendo memoria, verdad y justicia, junto a las Madres y a las Abuelas. Porque ellas sabía que sólo la justicia y la verdad traen la paz; me la imaginaba diciéndonos a todos que nuestro lugar era aquí, en América Latina, junto a los países vecinos, hermanos, comprometidos en un mismo camino de transformación; me la imaginaba junto a nosotros, cuando volvimos a poner a nuestros jubilados, a sus jubilados, otra vez en la dignificación del reconocimiento.


La imaginaba y la imagino junto nosotros, en cada lucha, en cada combate, en cada acción por la cual logramos que un argentino vuelva a tener trabajo, vuelva a tener educación, vuelva a tener salud, vuelva a tener seguridad, allí la imagino, junto a las grandes transformaciones, con los grandes compromisos.


Pero también la imagino pidiéndonos a todos la fuerza que los argentinos debemos poner, los argentinos, todos, en la reconstrucción de un país mas justo, más equitativo, más igual. Su breve vida marcó una forma de entender y hacer la política, el compromiso definitivo con los que menos tienen, con los que más necesitan.
Yo quiero en esta tarde de vísperas pedirles a todos los argentinos, a todos, sin distinciones, que me ayuden y nos ayudemos a construir un país mejor, con todos y para cada uno de nosotros que imaginamos una Argentina mejor. Quiero convocarlos a esa tarea, a que nos sintamos cada día más hermanos, a que cada día los argentinos entendamos que necesitamos tenderle la mano solidaria, ella lo hizo y nos dejó, por sobre todas las cosas, el ejemplo de la entrega y del sacrificio. Muy pocos en nuestra historia pueden exhibir ese grado de compromiso, de entrega y de lealtad para con un país, con una idea, con una convicción.
Yo la siento hoy más cerca y más viva que nunca en un mundo que necesita dosis cada vez más fuertes de entrega, de solidaridad para poder cambiar las cosas, no solamente aquí, sino en todas partes. Y siento, sinceramente, hoy, junto a todos ustedes, que estamos dando cumplimiento a eso que alguna vez, cuando abrazamos la política, nos comprometimos: a pensar más en el otro que en uno mismo.
Cuando nos incorporábamos allá, tal vez nosotros, en términos personales, no necesitábamos, estábamos bien, pertenecíamos a esas clases medias hijas del peronismo, tal vez, sin advertirlo, tal vez sin saberlo por la transformación que había hecho el peronismo en el país dando esa movilidad social ascendente, permitiendo que los hijos de los trabajadores fuéramos a la universidad y, tal vez, también, llegáramos a la Presidencia.
Éramos, sin darnos cuenta, hijos de la transformación, y en nombre de ese compromiso, de esa transformación, es que hoy tenemos la responsabilidad de que aquello que nosotros logramos lo puedan hacer también miles de pibes, miles de jóvenes que, tal vez, no tuvieron nuestra suerte de nacer en una Argentina en donde tener vivienda y trabajo era un derecho y lo tenían.
Quiero volver a reconstruir esa Argentina como lo estamos haciendo desde el 25 de mayo de 2003 y les pido a todos, a todos aquellos hombres y mujeres que creen que el compromiso con Dios, con la patria y con los semejantes, que lo hagan porque es algo que merece ejercitarse todos los días, no solamente por el que está al lado, sino, en principio, por uno mismo para sentirse mejor ser humano.


Quiero, en esta vísperas, recordarla con alegría, recordarla con fe, con esperanza, con trabajo, con compromiso de seguir adelante en cada una de nuestras luchas, en cada uno de nuestros proyectos, porque estamos absolutamente convencidos, como ella lo estaba, que los pueblos son invencibles.


Podrá haber batallas perdidas, podrá haber derrotas momentáneas, pero la historia, argentinos y argentinas, la escriben los pueblos, nunca duden de eso y tengan la certeza absoluta de que es la historia, junto a nuestro esfuerzo, nuestro compromiso y nuestra responsabilidad, desde el lugar en el que estemos, no hace falta tener un gran cargo para cumplir con la vida, con Dios, con la patria y con la conciencia.


No hace falta. Eso se cumple desde cualquier lado porque eso se lleva adentro, acá, es de bien nacidos y no se necesitan cargos y honores, solamente compromiso con la verdad, con la memoria, con la justicia y con la patria.


En estas vísperas, recordar a Evita es eso: memoria, verdad, justicia, inclusión social, trabajo, salud, educación para todos. Esa era la Argentina que ella quería y por esa Argentina todos los argentinos tenemos que construir y trabajar todos los días.
Gracias, muchas gracias a todos por el cariño, por el afecto y a seguir con la misma fuerza de siempre.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias compañeros, siempre se ocupan de transcribir los discursos completos, son una fuente muy preciada.Los discursos, laos textos,son muy importantes en esta etapa en donde todo lo q se diga o escriba ahora, sera educativo hacia el futuro.

Anónimo dijo...

Cristina es una brillante mujer que interpreta la historia del pueblo argentino, con la pasión de quién esta dispuesta a consagrar su vida a la causa de ese pueblo.
Vemos en sus "enemigos" políticos, la misma furia y odio que tubo que soportar el peronismo durante todas las presidencias del Gral Perón, Evita fue consiente de la entereza necesaria para contrarrestar tanta ignominia.
Es un compromiso de todos aquellos que pertenecemos al movimiento nacional y popular, a comprometernos al máximo esfuerzo posible para disputar palmo a palmo, la felicidad de nuestro pueblo.
Nos enfrentamos a poderes económicos acumulados desde el nacimiento de la patria, estos fueron aumentados "brutalmente" en los últimos 50 años, pero seguramente no serán ni tan poderosos ni tan débiles, como lo van a determinar los hombres y mujeres que quieran una patria justa, libre y soberana.

Ana

Anónimo dijo...

Cris, sos una IDOLA !!!
Que no quepan dudas si Evita viviera estaria con vos apuntalandote, dandote fuerzas y espantando a los traidores, alcahuetes e infames que atentan contra los intereses del pueblo.